16 oct 2008

MARÍA: ¿QUÉ NOMBRE LE PONDRÍAS?


En este libro te he hablado de María de Nazaret. Pero este no es el único nombre, siendo siempre la misma, tiene muchísimos.....
Todos los nombres, que son muchísimos, reflejan el cariño que a lo largo de los siglos y en todo el mundo se ha tenido a la Virgen. Cada nombre es una invocación, un grito saliendo de muy adentro, como una explosión de amor.
Nuestra Señora del Pilar, de Guadalupe, de Pamplona, de Fátima, del Perpétuo Socorro, del Cobre..... Según los sitios donde se ha aparecido. Nuestra Señora de la Esperanza, de la Paz, de la Merced.... para hablarnos de sus virtudes.
También la llamaremos Consuelo, Aurora, Misericordia.... porque por ella nos viene la luz y la Gracia que es Cristo. ¿QUÉ NOMBRE LE PONDRÍAS TÚ A MARÍA?

SANTA MARÍA.




A todos los que han querido ser como Jesús y viven con Él en el Reino de los Cielos, los llamamos Santos. Pero nadie como María está unida a Cristo. Por eso, sólo para Ella empleamos el superlativo: María es Santísima.

El Sí que a lo largo de su vida tantas veces pronunció, nos manifiesta la fe, la esperanza y el amor que tenía en Dios Padre. Aunque fue verdaderamente la Madre del Salvador, también, podemos decir que fue la mejor discípula de Jesús, porque todas las palabras que escuchaba de su boca las ponía en obra.

Una vez que una mujer del pueblo alabó su maternidad, Jesús dijo que la verdadera grandeza de María, era su fidelidad a la Palabra de Dios. Su ejemplo nos ofrece la mejor respuesta al plan del Padre. Por eso, si la imitamos, pertenecemos al grupo de los grandes amigos de Dios. Pero, además de esta actitud de obediencia total, encontramos en Ella otras cualidades que nos ayudan a descubrir toda su belleza interior.

María es muy servicial. En cuanto supo que su prima iba a tener un hijo, fue corriendo a su casa. También Ella esperaba a Jesús, pero como Isabel era ya mayor, la Virgen se olvidó de sí misma y le ofreció su ayuda. María es muy alegre. Aunque le tuvo que costar decir "hágase en mí según tu palabra", no se queja del plan de Dios, sino que manifiesta su gozo con un canto de alabanza.

María es muy sencilla. Nunca ocupa los primeros puestos. En Belén todas las miradas se las llevó el Niño y, cuando seguía a Jesús, no destacaba entre la multitud. María es muy trabajadora. En algunas de las parábolas se nota que Jesús había observado mucho a su madre mientras realizaba las faenas de la casa. Por eso, había de cómo se echa un remiendo, se hace el pan o se barre la casa.

María es muy dedicada. En Caná asistió a una boda y, al darse cuenta de que faltaba vino le pidió a Jesús que remediara el problema para que los novios no pasaran vergüenza en un día tan importante. María es muy valiente. En los momentos más difíciles, cuando todos abandonan a Jesús, Ella permanece al lado de su Hijo, participando de su pasión. María es todo corazón. Siempre guarda en su interior los acontecimientos, las palabras, las miradas que no entiende, para descubrir su significado a la luz del amor.

Y Dios ocupa el corazón de María, por eso Ella vive en contínua oración. En nuestro corazón el egoísmo siempre encuentra algún rincón donde puede vivir. Hasta los santos han cometido pecados. En cambio, María es Santísima. En Ella nunca ha habido ni la más mínima falta. Su unión con el Padre, con el Hijo, y con el Espíritu Santo era tan plena que al morir fue elevada, por el poder de Dios, al Reino de los Cielos.

Este misterio lo celebramos el día 15 de agosto, Fiesta de la Asunción. En él se nos revela que, para quienes viven unidos a Dios, la muerte es un comienzo de una Vida Nueva. Pero para vivir un día en el cielo tenemos que ser primero amigos de Dios. Jesús nos ha preparado un lugar junto a María y por eso, nuestros nombres están ya escritos en el cielo.

¡Que bien, algún día nos reuniremos con la Virgen y con todos los santos, y juntos, cantaremos y alabaremos a Dios que ha sido tan bueno con nosotros!.


14 oct 2008

MARÍA: MADRE DE LA IGLESIA

La Maternidad de María no termina en el Calvario. Allí empieza a ser Madre sin límites, Madre de todos. Jesús quiere ser nuestro hermano y le pide a María que sea también, nuestra madre. La Virgen de nuevo dice: SÍ.

Desde entonces no se separa del grupo de los apóstoles. Con ellos se reúnen en el Cenáculo para rezar y con ellos recibe al Espíritu Santo. Jesús lo había prometido: "No os dejaré huérfanos". Y sus palabras se cumplen. El Espíritu Santo y María están siempre con nosotros.

El Espíritu Santo nos comunica la salvación, que Jesús nos ha alcanzado pos ru muerte y resurrección. Y María, en todo momento, cuida de nosotros para que no perdamos nunca este gran regalo que hemos recibido. Por eso, la llamamos: Abogada, Amparo, Socorro, Medianera...

Como en las bodas de Caná, está pendiente de nuestras necesidades, y contínuamente, le pide a Jesús que nos eche una mano. La Iglesia, desde siempre, ha llamado Madre a María. Por esto, cuando se celebró el Concilio, el Papa lo dijo públicamente con etas palabras: "Para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, de todo el Pueblo de Dios".

Contínuamente debemos acudir a Ella y rezar como lo hace el Papa: Virgen María, Madre de la Iglesia, ayuda a los obispos a ser apóstoles, y a los sacerdotes, religiosos y seglares, que con ellos colaboran en su difícil trabajo. Pídele siempre a Jesús que perdone nuestras faltas, que aleje de nosotros la pereza, y que nos dé la alegría de amar. Cuida de todos los hombres, que conozcan y amen a Jesús, que es el único que puede salvar, que lo hagan conocer y amar por todo el mundo. Danos la paz, la verdad, la justicia y el amor. Amén.

13 oct 2008

MARÍA: MADRE DEL SALVADOR

Cuando María dijo: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra", se dieron un abrazo los cielos y la tierra. Entre Dios y los hombres volvía a ser posible la amistad.


Ella hubiera querido ser siempre la esclava, ocupar el último lugar... pero, ahora que lleva a Jesús en su seno, no deja de proclamar con gozo el regalo recibido del Señor: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada".


Sin embargo José, no puede entender como María esperaba un hijo sin haberse casado y esto le hace sufrir mucho. Por eso también a él, le habló un ángel. Le dijo estas palabras: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, porque la criatura que hay en Ella viene del Espíritu Santo". Desde entonces José no se separó de ella.


Se acercaba el día del nacimiento de Jesús, cuando salió un decreto de César Augusto ordenando a todos que fuesen a inscribirse a la ciudad donde eran sus antepasados. José era descendiente de David y tenía que empadronarse en Belén. Ir de Nazaret a Belén es cruzar Palestina de norte a sur, por unas tierras muy montañosas. El camino resultaba difícil y cansado, todavía más en la situación en la que se hallaba María. A pesar de ello no dejan de cumplir el deber de ciudadanos.


Al llegar a Belén buscaron un lugar donde pasar la noche, pero nadie les recibió en su casa, y en la posada tampoco había sitio. En las afueras había una cueva, y, allí, María dio a luz al Hijo de Dios. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Un ángel se encargó de comunicar la Buena Noticia: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador". La Historia de los hombres, después del primer pecado, era como una gran tiniebla. Los hombres, lejos de Dios, caminaban a ciegas... Pero, por el SÍ de María, aquella noche de Belén se llenó de claridad. Los pastores estaban asombrados y los Magos preguntaban sobre esa luz... Un canto de alabanza se oía sin cesar: "Gloria a Dios en el cielo y en la tiera paz a los hombres que Dios ama".


Todos querían ver al Niño con sus propios ojos, María, en silencio, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Muy pronto la Virgen supo que en relación con Jesús sólo hay dos clases de gente: los que están con Él y los que están en contra de Él. Por eso, mientras los magos seguían presurosos la estrella, Herodes buscaba al Niño, para matarlo. Un anciano llamado Simeón se lo advirtió a María: "Una espada te atravesará el alma" Estas palabras querían significar que, por ser Madre de Jesús, iba a sufrir mucho.


Dar un SÍ es amar, y amar es estar dispuesto al sacrificio... Ella había aceptado la maternidad con todas sus consecuencias. Porque María es madre, siempre se la encuentra al lado de Jesús, compartiéndo todas sus alegrías y sus sufrimientos, guardando en el corazón el Plan que Dios Padre tiene sobre su Hijo. Un plan que Ella muchas veces no entiende, pero al que siempre dice: SÍ.



Sí, hágase tu voluntad... Y partieron hacia Egipto en un asnillo.
Sí, hágase tu voluntad... Y angustiados apsaron tres días buscando a Jesús.
Sí, hágase tu voluntad... Y Él se fue de casa para anunciar la llegada del Reino.
Sí, hágase tu voluntad... Y detrás de su Hijo subió al Calvario.
Sí, hágase tu voluntad... Y en el Calvario, ya muerto, lo tomó en sus brazos.


Seguramente entonces recordó aquella otra noche, en Belén, cuando lo abrazó por primera vez. Ahora todo estaba cumplido. Jesús nos había alcanzado definitivamente la amistad con el Padre y, este regalo se nos hace por medio de María. Por eso rezamos esta oración tan bonita:
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores.

MARÍA: LA VIRGEN

Dios había propuesto un plan a nuestros padres que no cumplieron. Para que pudiéramos recobrar la amistad que habíamos perdido, iba a proponerle a María un nuevo plan. La diferencia entre Eva y María es que Eva dijo NO a Dios y María le dijo siempre SÍ. Esta misma diferencia es la que hay entre el pecado y la gracia.

De María no tenemos ninguna foto para saber cómo era, porque cuando decimos que es hermosa, que tiene la belleza original, la estamos describiendo por dentro. Pero tenemos algún dato que nos ayuda a imaginar sus rasgos: pertenecía al pueblo de Israel.

Las mujeres judías tenían la piel morena, los ojos grandes y eran mas bien altas. Vestían con una túnica larga, que se ceñía en el talle con un cinturón. Frecuentemente era de color azul y, a veces, tenúa un canesú bordado. El pelo, muy negro, lo podía llevar rizado, con trenzas o corto. Habían quienes lo sostenían con bonitos peines de marfil. Sobre la cabeza solían ponerse una almohadilla para llevar los cubos de agua t la ropa, que entonces se lavaba en el río.

La mayoría de la gente tenía poca ropa y debía hacerla durar. La lavaba cuidadosamente con jabón hecho de aceite de oliva y la enjuagaba en la corriente para que el agua al pasar, se llevase la suciedad. María vivió en Nazaret. una ciudad que estaba cerca de un grupo importantes rutas comerciales. Entonces no había escuelas. Los niños aprendían en casa, primero con la madre y luego con el padre.

Además de la religión y la historia, que se enseñaban de memoria por medio de narraciones con preguntas y respuestas, las niñas aprendían de su madre a llevar la casa. Mientras que los chicos aprendían un oficio manual de su padre. A los 12 o 13 años las niñas ya podían ser amas de casa y casarse. Una ama de casa tenía que hacer el pan, comenzando por moler el grano para obtener la harina. Otra tarea cotidiana era ir por agua al pozo, además de hilar y tejer la lana. María, con sus 12 años cumplidos, no era distinta de las demás muchachas de Nazaret. Aunque ella tenía un rasgo que la hace inconfundible: LA HUMILDAD.

Todos los que pertenecían al pueblo de Israel conocían la promesa que Dios había hecho a Adán y Eva, tantas veces recordada por los profetas: "El nacimiento de un Salvador". Por eso, cualquier muchacha de Nazaret hacía planes y soñaba con casarse para poder ser la madre del Mesías. Pero a María le parecen atrevimiento esos sueños y por eso, ha decidido que Dios sea el único amor de su vida. Ella prefiere estar atenta a la voz del Señor para agradarle en todo. Ayuda en cuanto puede a los demás, y después de terminar las faenas de la casa, entra en su habitación, cierra la puerta y reza, y canta y pasa mucho tiempo en silencio meditando lo que dicen las Santas escrituras. Aunque se siente muy pobre y muy pequeña, confía en la fuerza y el amor del Todopoderoso para llevar a la práctica la Palabra de Dios. En sus labios sólo hay una respuesta: .

Un día, estando recogida en oración, oyó la voz del Ángel Gabriel. Comenzó saludándola con gozo: "¡Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo!". ¡Qué palabras tan bonitas! Pero, ¿Qué significa este saludo? María no sale de su asombro. Quiere encontrar una explicación. Le parece que no se merece tantos elogios. El ángel tenía que decirle cosas muy importantes y siguió hablando. Le iba a proponer el plan de Dios: "Vas a concebir y dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús".

¿Por qué era Ella la elegida para ser madre de Jesús si no estaba casada, si su corazón entero se lo había entregado al Señor? ¿Acaso por eso le había dicho el ángel: "No temas, María, has hallado gracia delante de Dios"? "Has hallado gracia delante de Dios"... Dios está enamorado de Ella. La ha preferido a ninguna otra muchacha de Israel. Precisamente porque es toda de Él, no hay quien mejor pueda ser la Madre de su Hijo. Por esta razón la ha elegido. Pero, ¿Cómo podrá ser esto? María quiere saberlo para poner de su parte lo que sea necesario. No basta con escuchar la Palabra de Dios, es preciso responder de manera activa y responsable. Y Ella pregunta. Entonces Gabriel le dice: "El Espíritu SAnto vendrá sobre Tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios".

Es un misterio. Sólo Jesús ha sido concebido de este modo. Pero estas palabras son muy claras: Dios mismo realizará su obra, nada es imposible para Él. María dará a luz al Mesías. ELLA SERÁ SIEMPRE VIRGEN Y MADRE.

¡Felíz porque has creído que se cumplirían las cosas que te fueron dichas por parte del Señor! Y María cree en la palabra que Dios le ha dicho por medio del ángel, y dice SÍ.



MARÍA: LA LLENA DE GRACIA


Para conocer a María hay que trasladarse a muchos, muchísimos años atrás, al comienzo de la Historia.

Cuando el Padre Dios hizo el primer hombre le llamó Adán. A la primera mujer le dió el nombre de Eva. Adán y Eva son nuestros antepasados más antiguos; a ellos Dios les propuso un plan.

Si dos personas hacen un plan, para ayudarse y ser felices, seguro que entre ellas el cariño será cada vez más grande y los lazos de amistad se extenderán hasta las propias familias.

Pero si una no cumple el plan, se romperá la amistad que les unía y, también, las buenas relaciones que había entre las dos familias. Adán y Eva no cumplieron el plan que Dios les había propuesto. Dijeron NO a Dios. Por esta desobediencia dejaron de ser amigos de Dios, ellos y todos sus descendientes. Las flores que el Padre Dios hizo nunca han dejado de ser bellas. Pero después de la desobediencia, Adán y Eva descubrieron que habían perdido su belleza, la que tenían al principio.

Como habían roto la relación con Dios les faltaba la Vida. Porque igual que las plantas se mueren si no tienen agua y sol, los hombres necesitamos la Vida de Dios para no morir. Dios es nuestro Padre y, a pesar de aquella desobediencia, nunca ha dejado de amarnos. Siempre ha querido que, como hijos, participemos de todas sus riquezas, darnos vida y comunicarnos todos sus crecretos.

Pero, ¿Qué hacer si se habían roto los lazos de amistad? ¿Cómo tendernos una mano para unir la distancia que nos separaba?. Al Padre Dios, que es infinitamente sabio y lo puede todo, se le ocurrió una manera: Enviará a su Hijo al mundo, y Jesús haría de nuevo las paces entre Dios y los hombres. Pero el Padre Dios pensó algo más: le daré una madre maravillosa. Y dios creó a María, una mujer con toda la belleza original. Una nueva Eva, sin el pecado de nuestros primeros padres. Por eso la llamamos Inmaculada que significa: sin mancha.

También, por eso, cuando cantamos a María decimos que es "El orgullo de nuestra raza": en ella todo es hermoso. Es la LLENA DE GRACIA, así la llamó el ángel Gabriel. Si alguna vez has echado agua en un vaso, verás que cuando está lleno fácilmente rebosa. Decir que María es la "Llena de Gracia", es decir que María está rebosante de Dios. Todo en María demuestra que el amor que Dios nos tiene a sus hijos es .... ¡sin medida!.

MARÍA

Mis queridos amigos:

Estoy muy contenta de poder compartir con ustedes éste libro de María, la Madre de Jesús. Te invito a que lo leas muchas veces hasta que lo tengas en el corazón. Así podrás conocerla y quererla más cada día y hablar de ella a todos los niños y hablar con Ella.

Mensaje de la Madre Pilar.


Cuando el Padre Dios hizo las flores, los peces y los pájaros que vuelan, dijo:
¡Qué bonito es lo que he hecho!
¡Que bonito y que bueno!.

Todavía no había creado al hombre. El Padre quiso que nosotros fuéramos más perfectos que el resto de las cosas. Por eso nos hizo parecidos a Él, muy pero muy semejantes.

Ser semejantes no es lo mismo que ser totalmente iguales. Luis y Francisco son unos gemelos que viven cerca de mi casa. Se parecen muchísimo, tanto que la gente los confunde. Pero su madre los distingue muy bien. Luis tiene un lunar en la barbilla. Y cuando francisco se ríe, se le hacen hoyitos en la cara.

Además tienen cualidades diferentes. Uno es alegre y el otro muy trabajador. Francisco tiene un corazón de oro y Luis es más inteligente. Francisco, Luis, tú y yo... Todos tenemos una semejanza muy grande con Dios. Pero hay una mujer que se parece a Él mucho más que nosotros, y ni siquiera nos podemos comparar con ella.

Se llama: MARÍA.